Reseña

Bojorge, Horacio Varón y Mujer, Entre designio divino y abolición demoníaca-

Cruz y Fierro Editores, 2020. 387 p., 28,5 x 21,5 cm.

Reseña de Prof. Clotilde Baravalle (Universidad Austral, Arg.)

 

Como comentario general, querido padre, debo decirle que esta obra excede mi capacidad. Está inspirada por el Señor y hacer una reseña de ella, está bordeando el sacrilegio.

Desde julio que quedé casi anulada por su grandiosidad  y, luego de varios intentos que no me satisfacían, la inspiración que tuve fue, hacer una reseña más simple para uso diario de gente común (como yo) que se vean atraídas a su lectura y dejo el espacio para su merecimiento total a un intelectual sólido, erudito y de mejor pluma que yo.

Qué decir sobre todo lo que despertó en mí su lectura !!; la niña Clotilde fue conjurada.

En otro momento lo charlaremos, Dios mediante.

Que el Señor lo mime y guarde mucho para las almas que lo necesitamos como pastor en medio de este mundo.

Su hija, Clotilde

Obra magistral de exégesis y pastoral. De gran complejidad pero, como nos dice el propio  padre Bojorge: “Coraje y paciencia, no se arrepentirá”

Como característica única, podríamos resaltar que a través de la pluma inspirada por el Señor este libro nos llama a ascender  en la comprensión del Cielo y de la Creación, despertando aquella intuición natural que  nuestra niñez tuvo una vez y, que fue adormecida por el mundo y mortificada con una Antropología explicativa simple. A lo largo de sus páginas se explora el misterio del designio divino sobre el varón y la mujer. Prontamente se nos recuerda  algo que insistentemente las interpretaciones comunes  olvidan mencionar, y es que la mujer procede del varón como la Rúaj (término hebreo), procede del Padre y del Hijo. Podemos comprender quizá, el sueño de Dios para la creatura mujer, como “ paciente, servicial, no envidiosa, no rencorosa, no jactanciosa, desinteresada…”(p45), muy similar a las manifestaciones del Espíritu Santo.

Comienza la obra con un prólogo jugoso el ex arzobispo  de La Plata, Monseñor Héctor Aguer quien cuidadosamente abarca y selecciona a la vez, los elementos que iluminan la actual situación de idolatría del hombre. Idolatría que claramente viene degastando los vínculos sociales en una dialéctica  de  conflicto permanente. La cultura gay y la ideología de género como negación clara y manifiesta del mensaje bíblico. Su sola lectura ya es de  mucho provecho para adolescentes y adultos preocupados y confundidos por vivir en lo mundanalmente correcto.

El libro se estructuró  en dos partes, cuyos capítulos tienen su origen en conferencias que fueron modificadas para reunirlas aquí en forma de lecciones. Estas se reunieron en torno a  recuperar  “ aquellas verdades de fe que restauren el acceso, bloqueado hoy, a la divina identidad de varón y mujer y, consiguientemente, a la verdad del matrimonio como misterio de naturaleza humano-divina”. (p. 9)

La primera parte contiene cuatro lecciones que exponen el designio divino sobre varón y mujer; las penas resultantes de su caída; y el camino divino de sanación y santificación por el que se posibilita el re-ascenso a las cumbres de la condición primera. Es el camino del enamoramiento, el noviazgo y el sacramento mistérico o sacramental.

Luego de su lectura queda claramente manifiesto el hecho de que a raíz del pecado original el ser humano dejó de participar en la fuente de perfección. Se sella la enemistad entre la mujer y la serpiente quien con su lengua trífica la mortifica con el miedo, la tristeza y la ira.

La segunda parte contiene tres lecciones. Comienza con el origen de la cultura matrimonial católica vislumbrada a través de las cartas de San Pablo, siguiendo con el proceso de secularización contra- cultural que tiende a abolir la cultura nacida de las virtudes teologales y arrasar la institución familiar en su fuente: esa cultura esponsal que permitió vivir durante siglos el misterio de la unión entre  varones y mujeres, obrando Nuestro Señor a través de los sacramentos. Y, finaliza con el proceso de abolición del varón y la mujer borrando en ellos la imagen y la semejanza divina. Espectro que ya se cierne en el horizonte con la nueva palabra  transhumanismo que no es más que una especie de agenda oculta, demoníaca, que pretende el reemplazo de la creatura creada para un destino sobrenatural a una, trans- humana.

Pero, ¿cuál ha sido la raíz para que el ser humano se auto aniquile como tal y, camine hacia una condición infrahumana?: separar el Conocimiento del Amor. Textualmente,  “el Verbo y el Espíritu Santo son uno solo sin dejar de ser cada uno él mismo. Son el Arquetipo divino a cuya imagen y semejanza fue plasmado el ser humano, varón y mujer destinados a ser uno solo sin perder cada uno su diferencia”. Varón y mujer, ambos unidos en solo Nosotros nupcial, son imagen y semejanza de la Unión del Verbo y del Espíritu Santo. Ambas personas divinas, Verbo y Espíritu santo, provienen del Padre y eso las une en un carácter común: proceder del Padre” ( pp 22 y 29).

El matrimonio tiene un claro origen mistérico, el padre Bojorge nos introduce en que    “la Sagrada Escritura nos revela que el sentido de la creación y de la historia entera es la amistad esponsal. Pero lo es porque la santidad  esponsal es imagen y semejanza creada de lo que me atrevo a llamar esponsalidad divina entre el Verbo y la Rúaj, dentro del misterio Trinitario”. ( p63)

Continuando con el razonamiento sólido e inspirador, el autor continúa analizando la creación  de la Mujer y la acción de la Rúaj: “Ella no es amasada de la tierra, sino construida, edificada, erigida de una carne y hueso previamente animados por el aliento divino. ¿Cómo procede la mujer del Adam varón? No por generación, sino por partición o participación en una misma naturaleza de cuerpo animal y alma espiritual”.( p. 45)

El designio divino acerca del varón y la mujer, desde la creación, fue constituir sobre la tierra un Nosotros humano que fuera imagen y semejanza del Nosotros divino. El varón fue creado a imagen y mayor semejanza del Hijo; y la mujer fue creada a imagen y a mayor semejanza del Espíritu Santo. De este modo, “cuando ambos se uniesen en un solo Nosotros, resultaría de esta unión, la imagen y semejanza con la unión existente en el seno de la Trinidad, de las personas que proceden del Padre: o sea el Verbo por vía del conocimiento y el Espíritu por vía del Amor. El conocimiento del Padre y el Amor del Padre que constituyen juntos la Sabiduría del Padre”. (p.93)

Desde hace siglos nuestro catecismo declara estas verdades  que por repetidas, no significa que sean comprendidas y, mucho menos, expandidas al mundo. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. “Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo”.( CC 171)

El siglo XVI  fue testigo del nacimiento del estado moderno, cuya esencia se sostiene con el concepto de individuo enfrentado a la comunidad, su familia y la Iglesia. El liberalismo da forma ideológica a las opiniones en ciernes, consolidando la felicidad individual como destino del ser humano. Así, desde Lutero y la desacralización del matrimonio, hasta la educación laica, el estado  toma partido por el mal contra el bien, arrogándose una falsa ciencia acerca del Bien y del Mal que le promete “ser como Dios” no sólo en el conocimiento sino también en el poder, y dominar como dueño absoluto la totalidad de la naturaleza, incluyendo la naturaleza humana.

De la Eva que quiere ser como Dios y trasgrede sus mandatos y del Adán que abdica de sus responsabilidades, surgió, construida por Caín, el constructor de ciudades, la ciudad de Babel, que quiere alcanzar el cielo, pero cuyos habitantes no logran entenderse entre sí por la confusión del lenguaje. Un mundo donde todos hablan y nadie es ya capaz de escuchar. El lenguaje que será dinamitado poco a poco hasta llegar a nuestros días en que se transformó en un arma utilizada por los medios masivos de comunicación vacíos de autoridad y prestos para el capricho personal

Culminó este proceso de secularización iniciado en el siglo XVI Antonio Gramsci, quien perfeccionó la abolición cultural de lo cristiano, es decir a continuar el genocidio anticristiano en curso, en forma de etnocidio y memoricidio, con el cambio del sentido común y logrando una hegemonía cultural basada en la materia, en detrimento del espíritu. El ser humano, asfixiado porque se le ha privado de lo que le da alimento para una vida plena, se rebaja a placeres mundanos y a la desesperación de una vida sin finalidad, más que la de existir.

La lectura y relectura de esta obra exquisita nutrirá la mente y los corazones para los desafíos del mundo. La claridad y solidez argumentativa nos permitirá preparar las armas para el combate cultural que vivimos diariamente.

CB

Esp. Clotilde Baravalle

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